Cuatro Observaciones acerca de Cuatro Artistas Chilenos en Londres.
“No hay que imitar aquello que se desea crear.” George Braque
Al observar las pinturas de Karin Barrera, Rodrigo Nevsky Fernández, Horacio Fernández y Catalina Rojas; el placer del gesto pareciera hacerse eco en cuatro diferentes versiones a la manera de un coro de voces, capaces de revelarnos la poesía que habita en la forma o la pureza del color indistintamente.
Lo anterior, permite sostener que ellos sin conformar un frente de trabajo o movimiento visual proveniente de su natal Chile, comprenden el lenguaje de la pintura desde la simultaneidad visual de hoy, en donde pareciera haberse anclado buena parte del arte contemporáneo.
Magia y poesía en la obra de Catalina Rojas.
Catalina Rojas a diferencia de los artistas ya prologados, investiga en las posibilidades de la pintura figurativa de corte expresionista, en donde lo cotidiano se vuelve un acontecimiento mágico por cómo ella lo presenta en la narrativa pictórica. Catalina a ratos, por cromatismo o estilo compositivo toma aspectos de la estética de Marc Chagall (1887 – 1985), en términos de unir los deseos del inconsciente a la realidad inmediata. Para esta exhibición ella ha desarrollado dos pinturas en formato de 120 x 120 cm, tituladas “Up and Down”, en donde la imagen ascendente es una metáfora de la búsqueda de lo natural y divino. A su vez, en la otra realización se puede advertir una figura que desciende por una escalinata ensimismado en la pantalla de su teléfono celular, mientras la ciudad se abre paso como un mundo pleno de oportunidades. Lo que en cierto sentido es una alegoría al estado actual de la naturaleza humana, dividida entre la realidad análoga y virtual.
Ambos trabajos seducen por el entrelazamiento entre poesía y narrativa visual, lo que unido al color intenso de sus atmósferas, es capaz de transportarnos a mundos fantásticos en donde el tiempo pareciera dar paso a la eternidad infinita. Casi como en un acto de magia, sus trabajos se dejan ver por el encanto que emana tanto de los seres que habitan esos mundos como por el carácter de ensoñación al que ellos aluden. Lo que en cierto sentido puede asociarse al realismo mágico tan propio del continente sudamericano.
En ese orden de lectura, las pinturas y los apuntes en formato pequeño que acompañan estos dos lienzos, son un fiel reflejo de la frase de George Braque; “No hay que imitar aquello que se desea crear.” Porque al igual que sus colegas de sala, ha sabido beber de la fuente infinita que América del Sur ha otorgado con sus historias y paisajes a quienes han nacido por estas latitudes, convirtiendo su hacer creativo en un fiel testimonio de cómo se puede entender la pintura desde el fin del mundo.
Karin Barrera y el juego de la pintura.
La pintura de Karin Barrera pareciera apostar desde su montaje y formato por la idea del juego, mediante la interacción de una imagen central, la cual está asediada por reducidos lienzos, donde es posible reconocer las cruces y círculos que conforman el popular juego de mesa, “gato”. De hecho el título de este gran lienzo es; “Juego de Reinas” (Queen Play), lo que permite al observador especular respecto a que tipo de reina alude el retrato de la artista. Será acaso, la reina de corazones del naipe inglés; o bien, alguna monarca venida de los cuentos medievales de la vieja Escocia.
Sin embargo, al observar con detención, descubriremos que entre los círculos y cruces bellamente trabajadas con motivos florales, la artista ha intercalado fragmentos del poema de Gabriela Mistral; “Todas Íbamos a ser Reinas”, con el fin de reflexionar sobre la mujer y sus dominios, tanto afectivos como de roles sociales en una realidad, hoy global.
Desde ese punto de vista, el retrato central propone una combinación de roles o identidades, donde la articulación de la figuración versus el orden saturado, resalta el fino trabajo del retrato monárquico. El cual se opone ante las formas barrocas y florales del que están construidas las cruces y círculos. Haciendo que el observador equitativamente sea llevado hacia los recovecos del barroco y la nueva figuración del siglo pasado.
En otras palabras, “Queen Play” no es otra cosa que el modo en como Karin Barrera observa la monárquica desde ese fin de mundo llamado Chile, buscando meditar respecto al destino de la mujer contemporánea.
Imágenes recuperadas en la obra de Rodrigo Nevsky .
Rodrigo Nevsky Fernández, exhibe el resultado de una acuciosa investigación en el lenguaje del Pop Art y la abstracción lírica, a fin de desarrollar una obra, la cual se embebe de los cromatismos intensos, en alusión al paisaje de su país, para depositar en ellos una serie de marcas y señas, las que permiten leer los gestos y manchas sobre el lienzo, como si se tratasen de complejas tachas en un fondo pleno de energía.
Para su muestra en Londres, el pintor se ha concentrado en realizar una serie de vibrantes obras constituidas por pequeñas piezas que vienen a configurar un gran lienzo. Uno de ellos se ha dedicado por entero a la imagen de la mariposa en alusión a la extensa serie realizada por el artista inglés Damien Hirst en los años noventa. A diferencia de este, Nevsky propone una serie en donde es posible advertir el juego de la mancha abstracta versus el color plano en tono saturado, el cual delimita la ausencia del insecto proponiendo ante el espectador un interesante juego de planos en fondos gestuales. Los que a ratos hacen meditar en una recuperación iconográfica del Pop norteamericano de los años sesenta o bien, en las propuestas pictóricas del arte inglés en la última mitad del siglo pasado.
La serie de mariposas ha sido complementada con otro elenco de pinturas, las que rinden homenaje al pintor inglés Peter Blake, en el sentido de que Nevsky replica algunos de los motivos de este artista pero trasladándolos a su modo de comprensión pictórica. Vale decir, mezcla indistintamente motivos geométricos a patrones matemáticos con mucha libertad en el uso del color plano y el gesto descontrolado. Reelaborando con tal proceder el concepto intrínsicamente “Pop” del pintor inglés. Cierra el conjunto de obras una serie dedicada a Mickey Mouse en donde es posible hallar un fino sentido del humor, mediante el juego deliberadamente posmoderno en el uso de anaranjados y amarillos en tonos pasteles, para con los fondos que delimitan la cabeza de esta personaje del cómic, haciéndonos meditar en como esta imagen también forma parte de los años ochenta casi al unísono a otros íconos de esa década, como serían el logotipo de “Apple” o bien, la popular imagen del juego de video, “Pac Man”.
Gesto e intuición en la pintura de Horacio Fernández.
Horacio Fernández desarrolla una pintura, la cual rinde tributo a la modernidad temprana de la primera mitad del siglo pasado, cuando el gesto y la mancha estaban al servicio de una visualidad en donde el pintor indagaba en las posibilidades de la “pintura pintura”.
En pleno siglo XXI, Fernández sigue en esa búsqueda de hallar nuevas posibilidades para la pintura al final de la pintura, desde aquello que denominamos gesto y lo que habitualmente entendemos por mancha. Aún cuando algunas de sus realizaciones toman como punto de partida el modo de hacer del pintor alemán Gerhard Richter, no menos interesante es que Horacio Fernández se inspira en el paisaje del norte o sur de Chile, para encontrar las armonías cromáticas que pueden referirse a su modo de traducir gestualmente un atardecer en las playas de Tongoy o bien, esas humedades que expelen los bosques nativos en el sur de Valdivia.
Desde ese punto de vista, se podría decir que la pintura de H. Fernández es una interesante investigación respecto a como traducir las temperaturas y atmósferas del paisaje chileno, con todo lo que ello implica. Ya que al exhibirse estas realizaciones fuera de ese territorio, pueden ser consideradas como las creaciones de un pintor sudamericano, fascinado por la exhuberancia de un paisaje en constante transformación.
Aspecto que permite comprender su cuerpo de obra como un peregrinaje por esos grandes momentos de la pintura en el siglo XX, lugar en donde el gesto y la mancha tienen una vital preponderancia para acto de pintar.
Carlos Navarrete
Santiago de Chile, enero de 2019